El
año nuevo 2014 había empezado “con todo”, pero como siempre en todo
buen inicio o festejo nunca falta la piedrita en el zapato y éste fue el caso del
virus de la influenza H1N1, el no
querido pero está ahí, el 17 de enero
del presente año Pablo Kuri Morales subsecretario de prevención y promoción de
la salud informó que en las próximas semanas se esperaba un brote del virus de
la influenza con más fuerza, lo que podía convertirse en una epidemia, por lo
que se dedicó a difundir en los medios de comunicación nacionales la noticia y
decirle a la gente que tomara sus precauciones.
Los días transcurrieron como si nada pasara y
por más que se trató de llamar la atención de los ciudadanos, los números de
vacunas contra la influenza eran menores a los esperados por la Secretaría de Salud
y Asistencia (Ssa), ¿por qué la gente no asistía a ponerse la vacuna? Si el
propio Pablo Kuri señaló que los índices de contagio por influenza H1N1 estaban
incrementando, en el periódico “El Universal”, declaró que “después de
las fiestas de fin de año hubo un clúster (grupo) de gente que acudió al
hospital. Es decir, para las fiestas navideñas se aguantaron y ya después
corrieron al médico” razón por la cual el brote era altamente elevado.
Si
bien habían hecho lo posible por difundir la vacuna contra el mortal virus,
¿por qué la gente seguía sin atender las instrucciones de la Ssa?, ¿por qué
prefirieron seguir la parranda y cenar romeritos en lugar de asistir al
médico?, pues es muy fácil responder esa pregunta: porque el mexicano nunca
olvida, y sólo hay que viajar cinco años atrás para saber por qué los ciudadanos
no creyeron en el actual brote de influenza, lo recuerdo como si hubiera sido
ayer, Yo estuve ahí y nadie me lo va a contar.
Fue
exactamente el día 23 de abril del año 2009, me preparaba para salir de
vacaciones con mi familia, estaba en los últimos detalles para ir por carretera
rumbo a Acapulco. Mis maletas ya estaban listas, así que sólo esperaba que
diera la hora para salir y pasar unos días en la playa. Mientras tanto junto
con mi familia veía la televisión, cuando de pronto, el programa que estaba
viendo fue interrumpido por un anuncio de emergencia en cadena nacional, ¿qué
sucedía?, ¿se trataba de un mensaje del presidente?, ¡No!, en pantalla aparecía
José Córdova Villalobos, en ese entonces Secretario de Salud, anunciando que el
país estaba viviendo una epidemia de Influenza porcina o gripe porcina, por lo
que determinó la suspensión de clases en todos los niveles educativos, además
de pedir a los ciudadanos no asistir a sitios concurridos, para evitar más
contagios.
Con
el anuncio del secretario de salud, mi viaje fue cancelado, me retiré a dormir
decepcionado porque no saldríamos de la ciudad. Al otro día todo estaba
completamente extraño, la población mexicana al saber la noticia de la gripe
porcina entró en pánico, de modo que para salir al trabajo o a otro lugar
íbamos, la mayoría, armados hasta los dientes de desinfectante y cubre bocas,
para evitar cualquier contagio, dado que el número de muertos era de 159 y 2498
enfermos y aunque José Ángel Córdova dijera que la enfermedad estaba
controlada, las cifras indicaban lo contrario, un hecho no menor que provocó el
miedo en la sociedad al grado de que ya no sabían ni a qué santo encomendarse.
Algunos otros esperaban y confiaban en que el
Dr. House nos diera una buena respuesta sobre la influenza, ya que era un nuevo
virus que había provocado la epidemia; dos días después del anuncio de esta
contingencia, la gripe porcina cambió de nombre y fue bautizada como Influenza
AH1N1, puesto que los dueños de comercios de carne de cerdo, reportaban una
baja en sus ventas, diciendo que el nombre de gripe porcina, provocaba rechazo
hacia sus productos, en cambio, las farmacias incrementaron sus ventas hasta un
300%.
La
influenza se había elevado de la fase 3 a la 4, al igual que las reacciones
negativas a nivel mundial, razón por la cual se habían cancelado todos los
vuelos provenientes de México: “esta es una enfermedad que se cura si se
atiende a tiempo y no vale que estemos utilizando procedimientos ya no digo de
la Edad Media, de hace miles de años” decía el entonces presidente de la
República Mexicana, Felipe Calderón Hinojosa, dado que cada mexicano que pisaba
tierra extranjera era tratado con medidas tan exhaustivas que pareciera que
estuviéramos viviendo una película de zombis, ya sólo faltaba que cuando un
mexicano llegara a otro país fuera
recibido por médicos con traje nuclear y con escopeta en mano para que, al
primer tosido, darle un balazo directo a la cabeza, antes de que contagiara a
todos. En consecuencia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aclaró que no
todos los casos de este tipo de influenza que se reportaban eran provenientes
de México.
Al
igual que se elevó a fase 4 la alerta de la epidemia, se elevaron las
especulaciones de por qué había surgido la influenza; y como somos los
mexicanos que le buscamos tres pies al gato, se empezó a decir: que si es un
movimiento político del gobierno para tapar la legalización de la droga, o para
tapar a los curas pederastas y distraer a la gente; que si Obama vino a planear
junto con Felipe Calderón este desastre epidemiológico o bien para reactivar la
economía mundial. Nunca se supo si alguna de las teorías conspirativas
anteriores era verdad.
Conforme
pasaron los días, los contagios y la paranoia había descendido y como dicen por
ahí “nosotros los mexicanos: primero nos asustamos, pero después de un rato nos
acomodamos” algunos chilangos,
aprovecharon para recorrer la ciudad, sin tráfico y sin prisa. ¡Cómo nos iba a
sorprender la enfermedad!, si los que vivimos en el DF estamos llenos de smog,
ni nos enfermamos, total si hasta a la muerte le hacemos fiesta. Una vez
superado el miedo, los chistes no se hicieron esperar, como Polo Polo, un
comediante muy conocido en México, apareció con su chiste: “la influenza nos ha
hecho olvidar el virus del <debola>: debola luz, debola tarjeta de
crédito, debola agua”.
Parecía que la tan temida enfermedad había pasado a ser
moda, ya que podíamos ver a vendedores, adelantando su agosto, vendiendo cubre
bocas con bigotes o cualquier otro diseño, desinfectante y jabón líquido en sus varias presentaciones, desde el
práctico empaque para llevar en el bolsillo, hasta el garrafón tamaño jumbo
para desinfectar a todos los miembros de la familia. La empresa estadounidense
Giant Microbes, puso en venta un pequeño peluche llamado “Achufy!”. Sólo espero
que no venga con el virus de la Influenza incluido en el pequeño recuerdito de
la contingencia ocurrida en México.
La
influenza estaba tan a la moda que hasta una canción en su nombre hicieron y,
el 7 de mayo, mientras escuchaba “la
cumbia de la influenza”, sentado en el patio de mi casa, tomando una bebida
refrescante con mis amigos, uno de ellos nos dio la noticia de que la
secretaría de Salud Pública del DF anunciaba el fin de estas vacaciones tan
fuera de serie, con el programa “regreso a clases”.
Fue
una epidemia que había terminado tan rápido y la gente hasta se sorprendió del
final de este puente extra que se dio en aquel año, despues en 2014 los rumores
no se hicieron esperar de nuevo, el más fuerte fue que se pedía, se vacunara a la gente porque ya estaban por
caducar las inyecciones que en aquel 2009 se habían pedido con tanta urgencia
para erradicar la epidemia, que más que miedo causó gracia entre los ciudadanos,
que no creyeron en el actual llamado y decidieron celebrar las fiestas y
comenzar el año con los nuevos propósitos, uno de ellos seguramente fue, cuidar
de su salud.
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